El 26 de octubre de 1998, el Perú y Ecuador cerraban en Brasilia el más largo y complejo período de sus relaciones, que tenía una historia de más de 150 años de desencuentros como disputas territoriales que provocaron dos enfrentamientos armados y la activación de un área minada en la región.

Ese día, los presidentes Alberto Fujimori y Jamil Mahuad Witt suscribían el Acta Presidencial de Brasilia, documento en el que se comprometían a “dejar constancia formal de la conclusión definitiva de las diferencias que durante décadas han separado a sus dos países”.

La idea de este acuerdo era no solamente establecer unos límites fronterizos aceptados por ambas partes, sino lograr una nueva etapa de relacionamiento que ofrezca promisorias perspectivas de integración y cooperación entre los dos pueblos, permitiendo el desarrollo económico y social basado en la mutua convivencia

Para lograr la paz entre peruanos y ecuatorianos se encuentra el Acuerdo Amplio Peruano-Ecuatoriano de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad, un instrumento extenso que buscó abarcar los aspectos más dinámicos e importantes de la relación fronteriza, tales como la vecindad, el tránsito de personas, vehículos, embarcaciones y aeronaves o los comités de frontera o la Comisión de Vecindad para el seguimiento de la relación de vecindad, el libre comercio fronterizo, la interconexión eléctrica, entre otros temas.

CONTEXTO

En aquel entonces las poblaciones fronterizas mantenían relaciones comerciales directas con los habitantes de los pueblos vecinos del Ecuador, y que cada vez que la frontera se cerraba por ataques entre las tropas militares de los mencionados países, no podían comercializar sus productos, provocando grandes pérdidas económicas a los productores cuyo único sustento es la agricultura, la pesca y el comercio. Sumado el abandono del gobierno Peruano de aquel entonces. 

Luego de un largo tiempo de disputas la calma parecía  haber llegado; después de meses de negociación se llegó a un acuerdo entre ambos países, pero las críticas y opiniones en contra por parte de los pobladores y de los congresistas de los dos países se habían hecho notar,  debido a que las conversaciones y la elaboración del acuerdo de paz y sus anexos, habían sido  manejados únicamente a nivel de gobierno; provocando opiniones encontradas a raíz de la poca información.